¿Qué
gran ceguera tuvimos contigo?
Apareciste
al borde del camino,
Tú, siempre te presentas de improviso,
ninguno
somos capaces de verlo.
Por
eso, no apreciamos tu llamada,
nos
ciegan, intereses
personales,
son
siempre a tu verdad, más importantes,
y andamos
el mundo sin la Palabra.
Tu
voz es tal, como el viento de suave,
o
tan fuerte, como recia galerna,
entonces,
casi siempre ya es muy tarde.
Tu
misericordia que es infinita,
al
expectante humilde, le socorre,
y
al arrepentido le da tu Gracia
Herodoto
No hay comentarios:
Publicar un comentario