El madrugar muy temprano,
te sumerge en el negro,
firmamento estrellado,
de mil luceros plantado.
Dicen que son almas de santos,
colocadas en el cielo,
para orientar al viajero,
al surcar los océanos.
Con mis manos al volante,
conduzco hacia Levante,
pensamientos constantes,
a mi mente van veloces.
En la noche muy cerrada,
poco a poco vislumbra,
una tímida penumbra,
anuncio de la alborada.
La luz aumenta muy lenta,
en el horizonte alza,
pequeño disco naranja,
del que mil luces ya mana.
En un pequeño tiempo,
el disco solar en pleno,
la madurez ya alcanza,
amanecida lograda.
El mar su azul belleza,
extiende inmenso manto,
de grandes reflejos llena
al paisaje costero,
Desde esta carretera,
el fenómeno admiro,
mi absorto pensamiento,
la naturaleza muta.
Alborada axárquica,
todos los día hermosa,
mirada afortunada,
para la humana vista.
Herodoto
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